Una copa de agua, un estanque subterráneo y una esfera geodésica, serán las sedes, en Recoleta y Santiago, de la segunda edición del evento que regresa en marzo y abril, para explorar las posibilidades sonoras de las arquitecturas, a través del trabajo de más de 30 artistas y músicos experimentales, que harán allí conciertos, talleres y simposios. Este sábado 15 de marzo parte el festival con el debut de Sonómetro, una esfera geodésica especialmente construida e instalada en la Plaza Oriente del GAM para recibir intervenciones acústicas.
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Hace 10 años, Sofía Balbontín y Mathias Klenner mantenían sus pasiones en paralelo. Por un lado trabajaban en la misma oficina de arquitectura y por el otro, experimentaban mezclando los sonidos de sus sintetizadores con bases electrónicas, que sumaban a sus voces, ruidos e instrumentos precolombinos en la banda Duotrópico, con la que hacían tocatas y subían canciones a Internet. En ese entonces, los arquitectos, que habían sido compañeros en la U. Católica, aún no unían los alcances de su disciplina con el interés por descubrir los misterios del sonido, pero estaban cerca.
Fue en 2016, tras ganar una convocatoria abierta del Museo de Arte Contemporáneo, con su instalación sonora espacial Endogamia, que comenzaron su investigación entre arquitectura, sonido y escucha. Esa primera obra utilizó el propio hall del museo como caja de resonancia para una performance sonora que incluyó los ecos del lugar, los que eran capturados por micrófonos y devueltos al espacio a través de parlantes. Fue también el nacimiento de Espacios resonantes, el colectivo artístico que mantiene a los arquitectos unidos hasta hoy.
En estos años, Balbontín y Klenner han hecho diferentes investigaciones sonoras, visitando y rescatando el sonido de construcciones abandonadas, especialmente en Europa, como tanques de agua, refugios antiaéreos, gasómetros y depósitos de pluviales, a partir de las que han creado performances y composiciones, armando un interesante archivo sonoro que es posible escuchar en línea. Además, en 2022 hicieron la primera versión del Festival Espacios Resonantes que invitó a otros músicos y artistas experimentales a transformar dos infraestructuras urbanas en salas de concierto: una copa de agua de 20 metros de alto y un estanque enterrado de 220m2 ubicados en Recoleta.
Del 15 de marzo al 27 de abril, el evento regresa con estas mismas dos infraestructuras como sedes, a la que además se suma Sonómetro, una esfera geodésica equipada con un sistema de sonido envolvente multicanal, que ellos mismos construyeron e instalaron en la Plaza Oriente del Centro Cultural GAM y que también tendrá un programa de intervenciones musicales. Cada sesión dura 40 minutos y pueden ingresar hasta 10 personas. Las entradas ya están a la venta.
Entre los artistas sonoros nacionales destacan Valentina Maza, Nicolás Espinoza, Gregorio Fonten, Miguel Hernández y el colectivo Delight Lab, y entre los internacionales están la española Violeta Mayoral, la coreana Jeesoo Hong y el argentino Luciano Piccilli, entre muchos otros. Algunos de ellos dictarán además talleres en el Centro Cultural España y se realizará un simposio sobre Territorio y Escucha en el Galpón UDLA del Persa Víctor Manuel en barrio Franklin.
“Estamos contentos de poder estar este año en el GAM porque es un espacio público en mitad de la ciudad y puede venir una audiencia no necesariamente especializada. En 2022, en Recoleta, por ejemplo, llegaron los vecinos del barrio a trabajar con nosotros, ahí también el interés se generó porque fue la primera vez que se abría al público el tanque subterráneo y la copa. Este proyecto tiene una parte social que está bien bonita y que ocurrió de forma natural”, comenta Klenner.
En el barrio de Quinta Bella, donde ocurre el festival, se despliega también el proyecto de viviendas sociales que creó el ex alcalde Daniel Jadue. “Al principio la copa de agua la iban a demoler y el estanque ni siquiera sabían que existían fuimos nosotros quienes primero bajamos a conocerlo. Ahora la Municipalidad tiene la intención de recuperar esos espacios y convertirlos en centros para la comunidad. Me siento súper orgullosa de saber que el festival generó ese efecto”, dice Balbontín.
Al colectivo lo que le apasiona es el estudio de la llamada arquitectura aural, que se refiere a la forma en que los sonidos y la acústica de un espacio influyen en la percepción y el comportamiento de las personas, y que es el tema de las tesis doctorales que cada uno está llevando por separado, Sofía Balbontín en Lisboa y Mathias Klenner en Barcelona.
Para esto ha sido crucial las obras que han hecho visitando e investigando en distintos lugares de Europa como el Gasómetro de la planta termoeléctrica IM de Charleroi, Bélgica o el tanque de petróleo Inchindown en Invergordon, Escocia, que además tiene el récord de la reverberación más larga registrada en cualquier estructura hecha por el ser humano.
Ahora, vienen llegando de Lota, donde visitaron la mina Chiflón del Diablo, la planta de lavados y harneros, y los silos de almacenamiento del puerto. La obra se podrá escuchar en una función especial en GAM el sábado 12 de abril. “La experiencia en Lota fue poderosa, porque había una sobreconexión con nosotros, en ese sentido nos toca más quizás que cuando hemos investigado en lugares históricos de Europa, porque no somos parte directamente de esa historia. La escucha es una acción de la percepción y por lo tanto es subjetiva. Así que está mediada por las emociones. Entonces, la manera en que tú vas a percibir afecta mucho como sea el lugar y lo que estás sintiendo en ese momento”, cuenta Balbontín. “En términos sonoros, en Lota había un montón de sonidos de agua muy particulares, era todo muy abierto y húmedo y ya al entrar a la mina, las percepciones se van mezclando con otro tipo de emociones”.
¿La idea de crear este festival tiene que ver con socializar justamente esas distintas experiencias de la percepción auditiva?
Mathias Klenner (MK): En primera instancia hubo una inquietud de nosotros como Espacios Resonantes de ponernos en contacto con otras entidades que estén también explorando el tema, hacer un mapeo, contactarnos con estas personas y hacer redes.Tiene que ver también con descubrir nuevas prácticas, compartirlas desde diferentes disciplinas, con diferentes metodologías, y discutir y conocer entre uno y otro. Siempre que uno hace estas cosas lo hace para armar escenas, para motivarse entre varios y que comiencen a pasar cosas.
Sofía Balbontín (SB): Igual este festival no es como cualquiera, sino que es más como una obra de arte en sí misma, donde participan diferentes artistas. Al momento de abrir este espacio hay que interactuar con él, hay que intervenirlo y trabajarlo. Entonces es algo muy del lugar. Nosotros somos los artistas que en el fondo estamos haciendo que este espacio hable, dialogue. Además, se produce apertura mental, porque estos son como lugares utópicos para la imaginación también, es decir, te permite viajar a través de espacios que no existen: nadie habita una esfera.
¿ Y ese interés de promover la escucha es una forma igual de ir a contrapelo con la supremacía que tiene lo visual?
MK: Bueno sí, en el mundo del arte, de la ciencia, de la investigación, la audición ha ido cobrando mucha fuerza. Como una referencia que en el fondo te permite descubrir muchas cosas que no logramos ver. La escucha no solamente tiene que ver con una cosa fisiológica de la audición y del oído, sino que también es una actitud frente al mundo. Es una manera de posicionarse. Yo te voy a escuchar y tú me escuchas a mí y nos estamos escuchando. Esa actitud es muy distinta a la que se genera con la observación de la vista. Entonces la audición y la escucha sí que tiene una implicancia política también. Como manera de operar te permite descubrir muchas cosas, porque la escucha también se asocia mucho a lo que está invisibilizado. Han habido descubrimientos recientes de cómo la escucha ha sido importante desde siempre, por ejemplo, se descubrió que las pinturas rupestres están asociadas a fenómenos sonoros, la posición de las pinturas responde a una reflexión de los ecos dentro de las cuevas, también que existe una relación entre los lugares sagrados y su acústica.
SB: En el fondo, creo también que el dominio de la vista tiene que ver con algo súper racional del lenguaje y lo letrado, de la escritura: conocer el mundo a través de lo escrito. Leo sobre la audición y entonces ahora sé sobre la audición. En cambio, la escucha es algo súper experiencial. Al escuchar accedo a un tipo de conocimiento que no es a través de la razón, sino que es a través de la percepción. Son formas diferentes de conocer el mundo.
Periodista egresada de la Universidad de Santiago de Chile. Trabajó durante una década en la sección Cultura de La Tercera, donde cubrió temas de artes visuales, arquitectura y fotografía. Fue periodista de la revista Palabra Pública. Hoy es jefa de contenidos de Fundación Teatro a Mil.
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