Por
Victoria Guzman
Articulo

Hasta el 30 de marzo se presenta "Museo en estéreo" en el Museo de Arte Contemporáneo, que explora el sonido a través de registros sonoros y objetos ensamblados en talleres colaborativos con comunidades de los barrios Yungay y Bellas Artes. Una exposición que "demuestra que la relevancia del museo hoy no radica tanto en su capacidad de preservar y exhibir obras maestras, sino en su potencial como espacio de encuentro y experimentación colectiva". Victoria Guzman reseña esta muestra liderada por EducaMAC, Matías Serrano e Ignacia Valdebenito en el siguiente artículo.

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“Museo en estéreo”, dicen los letreros. La sala es amplia y luminosa, y de su techo cuelga lo que solo podría nombrar como “cositas” - extraños objetos ensamblados a partir de desechos y residuos. Palitos, cajas de plástico, lanitas de colores, pedazos de metal doblado, piedras, hojitas, un caja de Mentos, un marco de fotos, cintas, papeles de colores, una tarjeta bip, una oreja de cerámica, una cadena de metal, un peón de ajedrez, un ticket de loto, una pantalla de televisión, y hasta una oración a San Francisco en un pequeño papel. Pero también se escuchan cositas: cada composición viene acompañada de un pequeño sistema de estéreo (cables, chip, un parlante) del cual emergen distintas frecuencias - voces de personas, cantos de pájaros, vibraciones urbanas, la voz de la señorita del metro. Una suma de ondas sonoras que crean una delicada polifonía que reverbera por el espacio, sumándose al extraño entramado de las artefactos sonoros colgantes.

Busco el significado de “estéreo”: el uso de más de un canal de audio independiente, creando un efecto de profundidad y espacialidad para conseguir una sensación lo más cercana posible a la escucha natural. Se opone al sonido "mono" o monofónico, donde todo el audio se reproduce a través de un único canal. Algo en estéreo permite más voces, más entradas de sonido, más matices, intensidad, complejidad y riqueza. ¿Cómo sería, entonces, un “museo en estéreo” versus un “museo en mono”? ¿Qué nuevas voces podrían colarse, entrar en diálogo con frecuencias, quizás, añejas, un poco homogéneas y definitivamente autorreferentes? 

El texto de la sala explica que este es un proyecto colaborativo, forjado a varias manos. Los artistas Matías Serrano e Ignacia Valdebenito; el equipo de EducaMAC; las comunidades convocadas de los barrios que rodean tanto a MAC Parque Forestal como MAC Quinta Normal; los pedacitos y desechos recolectados y montados. El objetivo: indagar sobre el museo y sus territorios mediante la escucha activa y caminatas por los sectores aledaños, documentadas en bitácoras, apuntes y grabaciones, primero de cada uno de los barrios aledaños a cada sede, luego, mediante una caminata para encontrarse en la calle Santo Domingo que conecta ambas sedes. De hecho, el proyecto es parte del Fondart “Morfologías sensibles” dedicado a la investigación del MAC, la historia de su colección y edificios. 

Exposición "Museo en estéreo". EducaMAC, junto a Matías Serrano, María Ignacia Valdebenito y las comunidades de los barrios Yungay y Bellas Artes. Fotos: Clo Rojo

Una vez recolectados estos archivos sonoros, los intercambiaron y discutieron en laboratorios de creación, para luego interpretar esta experiencia a través de las esculturas que encontramos en la sala. Estas están acompañadas de los archivos de todo el proceso. Un muro exhibe las fichas informativas completadas por participantes, las que ofrecen los datos recolectados: remitente, destinatario, fecha de envío y de grabación, duración, título del registro, lugares visitados, y un espacio de escritura libre para ahondar en la experiencia. El formato es común, pero cada una luce las particularidades de quien escribe: algunas tienen dibujos y esquemas, otras descripciones exhaustivas y exactas, hay poemas, hay conversaciones, hay más (o menos) intimidad. Otro muro exhibe los nombres de los participantes, y un esquema y glosario de los pequeños parlantes y sistemas eléctricos adheridos a cada uno de los objetos colgantes. En el muro opuesto, una pantalla exhibe una visualización de las trayectorias de las personas participantes, tanto de sus recorridos por cada barrio como de la caminata convergente por Santo Domingo.  

Mientras paseo por la sala, mirando como palitos vibran con la frecuencia de un parlante, o un enjambre de alambres, cerámica, y cosillas de plástico se mecen con las ondas sonoras; mientras voy escuchando los retazos de voces - reconociendo ciertos sonidos y preguntándome por otros - vuelvo en la gran pregunta que aparece cada vez que visito los extraños compuestos que son las curadurías pedagógicas de EducaMAC: ¿es esto obra, proceso, creación colectiva, arte relacional, educación artística, mediación colaborativa? 

Por un lado, es indudablemente obra de arte, si pensamos el arte como una manifestación física y tangible de la expresión creativa humana a través de diversos elementos e insumos. Efectivamente, las esculturas sonoras son el resultado material y la reinterpretación de una experiencia común - de conversaciones, caminatas, encuentros y desencuentros, una mezcla de perspectivas y atenciones distintas, de maneras de habitar no solo el museo sino que el territorio en que está emplazado. Por otro, no parecen seguir las estrictas reglas de aquello que solemos relacionar con una obra de arte: no hay cédulas, no están a la venta, no serán archivadas ni catalogadas ni conservadas, no circularán en circuitos artísticos, sus autores en la mayoría no serán reconocidos como artistas por aquello que llamamos el “mundo del arte”. Mucho de ello tiene que ver con las tensiones entre creación como algo individual y heroico, y la pedagogía y mediación como espacios reproductivos de mera traducción o simplificación de contenidos artísticos. 

Exposición "Museo en estéreo". EducaMAC, junto a Matías Serrano, María Ignacia Valdebenito y las comunidades de los barrios Yungay y Bellas Artes. Fotos: Clo Rojo

Por otro lado, podríamos leer la sala como una idea, una declaración, un manifiesto en pos de un museo que permite más voces, más canales y conexiones. Aunque la hoja MAC pone el énfasis en la escucha, con cada sede imaginada como una oreja, me interesó más la idea del habla como contraparte de la escucha. Pensar el estéreo como diversas entradas y salidas sonoras; como espacio de polifonías, de escucha, de diálogo, de resonancias - incluso de amplificación. EducaMAC, Serrano y Valdebenito nos muestran que es posible imaginar un museo que no solo exhibe arte sino que activamente participa en su creación, un museo que entiende la mediación no como un servicio auxiliar sino como una forma de producción de conocimiento y experiencia estética. No está de más recordar que lo sonoro ha aparecido en el arte contemporáneo como una manera de desafiar la neutralidad de la visión de pájaro con la escucha como ejercicio situado e implicado, que activa sensaciones, recuerdos y emociones. 

Por último, podríamos pensar “Museo en estéreo” como otro nudo del complejo entramado que ha ido urdiendo EducaMAC a lo largo de los últimos años. Si dejamos de creerle al espejismo moderno de que cada entidad es un individuo con límites claros y una esencia inamovible, podemos dejar de pensar al museo como un ente independiente, inflexible y cerrado. Más bien, si prestamos atención y nos tomamos en serio proyectos como “Museo en estéreo” vemos que la realidad es totalmente distinta: que este es más bien un tejido vivo, en constante cambio, afectado tanto por aquello que clásicamente hemos entendido como el “adentro” (trabajadores, obras, arquitectura, archivo) como por el “afuera” (artistas, visitantes, comunidades barriales, curadores externos, abejas, plantas, polen, lluvia). Cada uno de los componentes del museo, que permiten que exista como tal, es una línea vital más que un objeto estático: las obras que van y vienen, los clavos en las paredes, bichitos en el jardín, trabajadores y trabajadoras con sus propios compromisos políticos, estéticos, afectivos y ecológicos, los pedazos de muro que se caen, las capas de pintura, la lluvia que entra, los documentos que arman el complejo entramado organizacional, las alianzas con comunidades y organizaciones, los archivos que nutren lecturas y ejes de investigación. Un ensamblaje que se hace y deshace, que suma y resta, que tiene nudos más sueltos y apretados, y cuyo resultado son estructuras en constante cambio, expansión, anudamientos, clausuras. 

“Museo en estéreo” ejemplifica claramente esos constantes ensamblajes que co-crean una y otra vez el museo gracias a la confluencia de varias líneas de trabajo y existencia. María Ignacia Valdebenito había explorado el uso de diagramas e instrucciones para aterrizar temas complejos al cotidiano de los visitantes, así como la construcción colectiva y la coautoría. Matías Serrano ha dedicado años a vincular lo sonoro y lo material, a ensamblar objetos y prácticas de escucha situada, y desarrollar dispositivos que ponen en diálogo experimentación sonora y educación. EducaMAC, liderado por Katherine Ávalos, lleva años discretamente desafiando lo que entendemos por pedagogía, trabajo barrial, colaboración, mediación. Aprovechando y a la vez desafiando su marginalidad dentro de la jerarquía institucional, han creado una pequeña para-institución buscando sus propios fondos, colaboradores y líneas de investigación. A través de FAE y Fondart año a año planifica investigaciones que son trabajadas colectivamente con diversos públicos, artistas, colaboradores e incluso agentes más-que-humanos, las que culminan en complejas exhibiciones que desafían el estatuto ontológico del arte como algo individual, aurático y comercializable. Ya sea a través de una exposición sobre jardines especulativos, un triciclo transformado en laboratorio móvil, o ejercicios de performance con estudiantes, estas propuestas desplazan la atención desde la obra individual hacia redes más amplias de relaciones y cuidados.

Exposición "Museo en estéreo". EducaMAC, junto a Matías Serrano, María Ignacia Valdebenito y las comunidades de los barrios Yungay y Bellas Artes. Fotos: Clo Rojo

Otro agente co-implicado y co-creador de “Museo en estéreo” son aquellas personas, con sus intereses y énfasis propios, que se suman voluntariamente al proyecto: las y los vecinos que caminan y registran sus territorios, los transeúntes que se detienen a escuchar, y las de los objetos encontrados que son transformados en dispositivos sonoros. Por último, no puedo dejar de lado como parte de esta composición la sede de Quinta Normal del MAC, que se ha caracterizado por tener un sello más joven y experimental. Alejada del circuito oficial del arte, se emplaza en medio de los barrios más populares de Yungay, Brasil, y Estación Central, atrayendo un público decididamente distinto de los turistas que pululan por el Barrio Bellas Artes. Dentro de esta, la Sala de Interacción destaca por sus propuestas originales, convertido en un laboratorio donde otras temporalidades y formas de hacer son posibles. Es un espacio, ganado a pulso por el equipo de EducaMAC, y representa una anomalía en el circuito museístico chileno, donde las áreas educativas rara vez cuentan con salas propias para desarrollar sus proyectos. Sin embargo, su ubicación en la sede "menos prestigiosa" del museo también evidencia las tensiones y precariedades que el departamento debe navegar constantemente. 

Nos encontramos entonces con una red de relaciones que desafía categorías establecidas. ¿Qué se exhibe exactamente? ¿La experiencia de escucha? ¿Los archivos sonoros? ¿Los objetos que los traducen? ¿El proceso de creación? ¿Otras maneras de pensar e incluso usar el arte y sus lenguajes? La curaduría pedagógica resiste definiciones fáciles porque lo que vemos es el registro de estos anudamientos; la constelación de objetos sonoros y archivos del proceso da cuenta de cómo diferentes trayectorias pueden anudarse para crear algo nuevo. 

Eso sí, me hubiera gustado ver en la sala las fotos del proceso de creación en ensamblaje, las que encontré hurgando en la cuenta de Instagram de EducaMAC. Creo que habría abierto aún más las posibilidades de creación artística a las y los visitantes, aportando a la democratización de esos conocimientos y saberes que aún parecen para muchos una oscura caja negra. Y pensando en el elemento sonoro, incluso se podrían haber agregado grabaciones de esos procesos, las discusiones, acuerdos y tensiones.  

En un momento donde el sistema del arte parece cada vez más encerrado en sus propias lógicas, proyectos como "Museo en estéreo" demuestran que la relevancia del museo hoy no radica tanto en su capacidad de preservar y exhibir obras maestras, sino en su potencial como espacio de encuentro y experimentación colectiva. La exposición es un ejercicio de traducción múltiple: del sonido a la palabra, de la palabra al objeto, del territorio a la sala de exposición, desafiando la idea de que las áreas de educación, mediación o vinculación son meramente reproductivas. Incluso demuestran su potencial epistémico sumándose a un Fondart de investigación del Museo y su historia. 

A través de proyectos como este, EducaMAC y sus colaboradores ponen en entredicho nociones tradicionales sobre la autoría individual, el objeto artístico como algo "sagrado" e intocable, y las jerarquías entre artista y público, sugiere otras formas posibles de producir y experimentar el arte contemporáneo. El resultado es un museo que se teje y desteje constantemente a través de pequeños actos de cuidado y colaboración, donde el arte no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para pensar y actuar colectivamente sobre los desafíos urgentes de nuestro tiempo. EducaMAC demuestra así que la transformación institucional no siempre requiere grandes gestos o rupturas dramáticas; a veces, emerge de la acumulación paciente de pequeñas acciones y encuentros que, poco a poco, van reconfigurando las relaciones entre el museo, el arte y sus comunidades. Como las ondas sonoras que resuenan por la sala, estas prácticas guerrilleras reverberan por la institución, abriendo nuevos canales y posibilidades para tejer relaciones entre arte, territorio y comunidad, y pasar de la monotonía del canal único al desafío de las polifonías de un sistema de estéreo, resonante y receptor al mismo tiempo. 

Escrito por

Victoria Guzman

Profesora e investigadora especializada en arte contemporáneo, museos, comunidades y los lazos micropolíticos que unen a los tres en la actualidad. Abogada con estudios de postgrado en Filosofía y Estética, y magíster en Industrias Culturales y Creativas del King's College de Londres, Reino Unido, donde fue reconocida con un premio a la mejor tesis de su generación. Actualmente se encuentra realizando un doctorado en Museum Studies en Leicester University, financiado por AHRC y Becas Chile. Fundadora del blog de crítica de arte El Gocerio, se dedica a escribir sobre exposiciones y performances de artistas en Chile y Reino Unido, además de colaborar en revistas como Palabra Pública, Artishock y Rotunda. Ha sido reconocida con premios como Haz Tu Tesis en Cultura, FONDART Nacional, SEREMI.

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